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INSTITUTO NACIONAL BELGRANIANO

Anecdotario

De la donación de libros a la Biblioteca Nacional, a su retrato por F.C. Carbonnier, batallas, personajes, presentes, homenajes y mucho más.

Donación de libros a la Biblioteca Pública

Mariano Moreno publicó en la Gazeta del 13 de diciembre de 1810 un pedido de donación de libros para la flamante biblioteca pública de Buenos Aires, la actual Biblioteca Nacional. Uno de los primeros en responder al pedido fue Manuel Belgrano, por entonces vocal de la Junta.

Esa primera entrega estuvo formada por 70 volúmenes correspondientes a 44 obras, y fue acompañada con la promesa “de aumentar el donativo para después”. (1) En 1811, Belgrano hizo dos nuevas entregas, completando 165 volúmenes de 87 obras que constituían sólo una parte de su valiosa biblioteca privada, atesorada desde la época de sus estudios en España, y, sin duda alguna, ésta era una de las más numerosas e importantes por los libros que atesoraba, del Buenos Aires de la época. La donación de estos libros, algunos de los cuales de gran valor bibliográfico dado su antigüedad y por supuesto de gran valor económico, demuestran la generosidad del prócer, que se desprendía de parte de su biblioteca, para fomentar la educación y la cultura como un elemento fundamental en la formación de los jóvenes estudiantes.

Dentro de las obras donadas figuran doce obras relativas a cuestiones de técnica y administración agrícola, materias de gran interés para Belgrano. Recordemos que en su gestión como Secretario del Consulado de Buenos Aires se ocupó de fomentar las actividades productivas como un elemento fundamental junto con la educación para lograr la felicidad de los pueblos.

Belgrano donó la famosa obra de Romusio Dere agraria, y varias obras teóricas y prácticas relativas al desarrollo agrícola y ganadero. Entre éstas encontramos: los dos tomos de Schabol de Práctica de la jardinería, en edición francesa; de Pedro Pablo de Pomar, dos tomos de la obra Causa de la escasez y deterioro de los caballos; Tratado del cultivo de las tierras del ingeniero francés Duhamel Dumonceau, en edición española; 4 grandes tomos de las Lecciones prácticas de agricultura de Seixo; 4 tomos en francés El botánico cultivador del barón Dumont de Courset, un innovador en la introducción de nuevos cultivos; dos tomos en francés de la Pequeña casa rústica o curso teórico y práctico de agricultura, de economía rural y doméstica; la célebre obra del sueco Karl von Linneo, Systema vegetabilium , en edición latina de 2 tomos; el Tratado elemental de historia natural, del zoólogo francés André M.C. Dumeril, entre otras obras.(2).

Las obras históricas que figuraban en su biblioteca abarcaban desde la monumentalHistoria general, civil, natural, política, religiosa de todos los pueblos del mundo , del alemán Johann Heinrich Lambert, hasta dos crónicas de diverso origen y opinión acerca de la revolución francesa, en versiones inglesas: Memorias que sirven de ilustración a la historia del Jacobinismo , del jesuita August Barruel, en 4 tomos, y los Anales de la revolución francesa, en 4 tomos de Antoine Francois Bertrand de Molleville. Se interesó también en las crónicas de las campañas napoleónicas, recurriendo a obras de distintos autores, algunas favorables y otras contrarias a esta figura contemporánea suya, tales como: Historia del general (Jean Victor Moreau), enemigo de Napoleón que murió en la batalla de Dresde, y las obras de los generales Desaix (De Veygoux), muerto al frente de las tropas napoleónicas en la batalla de Marengo, y (Jean Baptiste) Kleber, jefe de las tropas imperiales en Egipto y vencedor de los turcos en Meliópolis. (3)

También figuraban obras de los clásicos griegos y latinos: Platón, en la edición latina de Marsilio Ficino; Ovidio en versión castellana; Anacreonte, en edición bilingüe greco-latina; Tibula, en la versión francesa de Mirabeau, y otras obras clásicas y modernas de poetas y prosistas españoles, franceses e italianos. Esto nos demuestra el conocimiento de las lenguas clásicas que poseía Belgrano, como todo hombre culto de su época, y además el conocimiento de lenguas vivas, tales como el italiano y el francés.(4)

  1. Juan Carlos Melo, Donaciones de Belgrano a la Biblioteca Pública. En: INSTITUTO NACIONAL BELGRANIANO, Manuel Belgrano; Los ideales de la Patria .Buenos Aires, Manrique Zago Ediciones, 1995, p.165.
  2. Juan Carlos Melo, op. cit., p. 168.
  3. Juan Carlos Melo, op. cit., p. 168.
  4. Un inventario pormenorizado de la donación efectuada por Belgrano, excede la extensión de este trabajo por lo tanto, aquella persona que deseé profundizar en el tema puede consultar el trabajo de Juan Carlos Melo, anteriormente citado.

Actividad en Santa Fe

Doña Gregoria Pérez Ilarramendi De Deniz

En ocasión de marchar Belgrano a Santa Fe se produce un interesante aporte de una valiente dama santafesina. Se trata, de Doña Gregoria Pérez Ilarramendi de Deniz. Al morir su esposo, Juan Ventura Deniz, en 1801, sus bienes son heredados por su esposa Gregoria y sus hijos. “Una suerte de estancia” en el río Feliciano, en el rincón que forma el río Feliciano con todas las haciendas de ganado vacuno en la extensión de leguas que en ellos se hallaban; veintidós esclavos; casa de ladrillo y teja, ubicada sobre el río Paraná; una fábrica para curtir suelas, habitada por ocho negros y sus familias. Belgrano en su marcha al Paraguay descansa con su tropa en el paso de Santo Tome, donde decide pasar el río Salado para saludar a las autoridades. Belgrano entra a la ciudad de Santa Fe y se aloja en el Convento Santo Domingo, donde los vecinos le ofrecen cariño y un numero de ofrendas. Instalado en la Bajada de Paraná se dedica a reclutar milicias entrerrianas y recibir donaciones para el Ejército de su mando. En esta ocasión se presenta Valentín Deniz, hijo de doña Gregoria Pérez, con una carta de su madre al General, poniendo a disposición sus haciendas, casas y criados y otros bienes para auxiliar al Ejército de su mando.

Doña Gregoria tenía un gran amor a la tierra americana y estaba emparentada con funcionarios importantes por los que conocía la relevancia del Movimiento de Mayo y la necesidad de expedicionar al Interior. Belgrano, emocionado contesta a Doña Gregoria, señalando que “jamás olvidara una efusión tan sincera en beneficio de la Santa Causa que defendemos”. El gobierno a través de Belgrano trasmite su agradecimiento a Doña Gregoria por su celo y patriotismo: “Así eran las mujeres en aquellos tiempos”. Carranza en su libro Patricias Argentinas destaca este gesto de Doña Gregoria Deniz, considerando a nuestra heroína como ilustre patricia argentina. Nuestro Instituto Nacional Belgraniano rindió homenaje a esta ilustre patriota el 2 de noviembre de 1996 en la Estancia El Sauce (La Paz – Entre Ríos). El Profesor Aníbal Jorge Luzuriaga puso de manifiesto los valores de aquella ilustre dama santafesina que la posteridad recuerda con cariño a través de un monumento del gran escultor Torcuato Tasso de Paraná. Algunas calles llevan su nombre en tanto la poetiza Maria Ester le dedica el más sentido homenaje

“Tu rostro se deshizo, tu mano se hizo piedra, pero quedó tu nombre, que ya se hizo calle que ya se ha vuelto bronce….”

El paso de Santo Tomé

Oficio de Manuel Belgrano a la Junta, comunicándole la llegada a la Bajada del Paraná. Informa además que dejó a Balcarce en el Paso de Santo Tomé, Bajada del Paraná, 10 de octubre de 1810.

Fuente: Archivo General de la Nación, Sala X, 2-4-15. Cfr. asimismo Instituto Nacional Belgraniano ; Documentos para la Historia del Gral Don Manuel Belgrano , tomo III, vol. 1, Buenos Aires, Instituto Nacional Belgraniano, 1998, p. 281. También en Museo Mitre ; Documentos del Archivo de Belgrano , tomo III, Buenos Aires, Coni Hnos., 1914, pp. 100-101 y en Senado de la Nación ; Biblioteca de Mayo , tomo XIV Guerra de la Independencia, Buenos Aires, Senado de la Nación, 1963, p. 12470.

DECRETO 2390/15 - Declarción de lugar histórico nacional al sitio se encuntra el Algarrobo Histórico de Santo Tomé

Decreto 2390/2015

Declaración.

Bs. As., 10/11/2015

VISTO el Expediente N° 13.245/15 del registro del Ministerio de Cultura, por el que se propone la declaratoria como lugar histórico nacional al sitio donde se emplaza el Algarrobo Histórico de Santo Tomé, ubicado en la calle Libertad N° 1035, de la Localidad de Santo Tomé, Provincia de Santa Fe, y 

Considerando:

Que producida la Revolución del 25 de mayo de 1810, el Primer Gobierno Patrio le encomendó al Doctor Manuel Belgrano, el 4 de septiembre de 1810, la jefatura de las fuerzas destinadas a operar en la Banda Oriental, con el fin de sofocar la resistencia surgida en la Provincia de Paraguay.

Que, según la tradición oral y documentos que lo prueban, el General Manuel Belgrano descansó a la sombra del Algarrobo Histórico de Santo Tomé, previo al vadeo del Río Salado para entrar en Santa Fé, a comienzos de octubre de 1810.

Que, en la actualidad, este espécimen arbóreo se encuentra en la Ciudad de Santo Tomé, Provincia de Santa Fé, en la costa del Río Salado y configura un ícono histórico de gran importancia para la comunidad, encontrándose en el predio del camping municipal de esta ciudad.

Que la entonces Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos, actual Comisión Nacional de Monumetos, de Lugares y de Bienes Históricos, aconseja su declaratoria.

Que la DIRECCIÓN GENERAL DE ASUNTOS JURÍDICOS del MINISTERIO DE CULTURA ha tomado debida intervención.

Que la presente medida se dicta en el marco de lo establecido por los artículos 1° ter, inciso b) de la Ley N° 12.665 y sus modificatorias y 99 inciso 1 de la CONSTITUCIÓN NACIONAL.

Por ello,

LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN ARGENTINA DECRETA:

Artículo 1° — Declárase lugar histórico nacional al sitio donde se emplaza el ALGARROBO HISTÓRICO DE SANTO TOMÉ, ubicado en la calle LIBERTAD N° 1035, de la Localidad de SANTO TOMÉ, PROVINCIA DE SANTA FE (Datos Catastrales: Parcela 13/2, Manzana 10 – 1117).

Art. 2° — La COMISIÓN NACIONAL DE MONUMENTOS, DE LUGARES Y DE BIENES HISTÓRICOS realizará las gestiones y procedimientos establecidos en la Ley N° 12.665 y sus modificatorias, en su reglamentación y en las normas complementarias, a los fines de la preservación del bien protegido.

Art. 3° — Comuníquese, publíquese, dése a la DIRECCIÓN NACIONAL DEL REGISTRO OFICIAL y archívese. — FERNÁNDEZ DE KIRCHNER. — Aníbal D. Fernández. — Teresa A. Sellarés

Actividad en Corrientes

DOÑA ROSARIO FERNÁNDEZ BLANCO DE GÓMEZ BOTELLO

Tanto la documentación de época complementada por fuentes bibliográficas que refuerzan la memoria histórica, señalan un acontecimiento interesante de lo ocurrido en ocasión de la llegada y los incidentes que produjo la estadía del General Belgrano en Corrientes. La familia Fernández Blanco recibió al General Belgrano en su vieja casa con basamentos de piedra ubicada frente a la punta de San Sebastián. La casa lucía con sus mejores galas y se encendieron las lámparas de plata al aceite y se prendieron los candelabros con velas de cera. La mesa grande señorial cubierta con rica mantelería de Holanda, con olor a vetiber y pétalos de rosa, con vajilla de oro reluciente, esperaban al apuesto general que ocupo el lugar de preferencia. Muchas familias de rango como la de Don Ángel Fernández Blanco y su señora Doña Tiburcia Rodrigo y Avedaño apoyaron materialmente la larga y difícil expedición de Belgrano al Paraguay. Si bien Fernández recibió con todos los halagos a Belgrano, en cambio su hija Doña Rosario Fernández Blanco de Gómez Botello se negó a hacerlo pues era partidario del Rey, señalando que “no he querido recibir al GENERAL DE PAPEL”. Esto provocó un gran disgusto familiar. Posteriormente la señora Gómez Botello debió desagraviar al General Belgrano haciéndole llegar una bandeja de plata con dulces y pastas regionales con un atento saludo a la usanza correntina.

Belgrano fue recibido no sólo por la familia Fernández Blanco sino también a nivel gubernamental, pues se realizó en su honor un suntuoso baile en los salones de la familia Perichon, donde asistió lo mas granado de Corrientes. Allí se encontraba la Señora Botello, vestida a la española y arrogante. Belgrano, apuesto y amable, vestido de gala, le ofrece su brazo para iniciar el baile. Se dice que la gentileza, el don de gente y su correcto comportamiento que cautivó a las mujeres de la época, doblego la altivez de esta dama correntina, que se convirtió en fervorosa admiradora. La memoria histórica ha rescatado este episodio para las futuras generaciones.

El tambor de Tacuarí

El tambor de Tacuarí, Pedro Ríos, forma parte de la constelación de héroes que la Provincia de Corrientes dio a la Patria. La figura de José de San Martín, otro ilustre correntino, libertador de Argentina, Chile y Perú, es tan relevante que hace que los perfiles de los demás próceres se desdibujen. Sin embargo, es muy importante rescatar el heroísmo de Pedro Ríos, un niño de 12 años que acompañó a Belgrano en la Expedición al Paraguay, dando muestras de valentía y patriotismo, y perdiendo la vida en el combate de Tacuarí.

Pedro Ríos era un niño nacido en Yaguareté-Corá, que significa “corral de tigres” en guaraní, actual ciudad de Concepción, y cabecera de dicho departamento. Este pueblo es uno de los más antiguos de la provincia de Corrientes, fundado en el año 1796, con una base de 58 pobladores entre los que se contaban 32 españoles y 26 nativos, que se hallaban avecindados desde hacía varios años en torno al Oratorio de San Francisco de Asís, existente en el lugar, dependiendo éste del Curato de San Roque. En 1870, cambia el pueblo y departamento de Yaguareté –Corá por el actual de Concepción.

En 1810, el entonces coronel Manuel Belgrano se encontraba al mando de la Expedición Libertadora del Paraguay enviada por el gobierno de la Junta Gubernativa. Se proponía llevar la revolución al Paraguay.

La incorporación y la actuación de Pedro Ríos al Ejército de Belgrano fue durante muchos años un hecho poco conocido. Tal es así que existen datos equivocados en la película “El Tambor de Tacuarí” filmada en 1948, donde se lo llama Gregorio o Goyo, y aparece como incorporado al Ejército de Belgrano en Buenos Aires y en un diálogo afirma haber nacido allí, aunque llevado desde muy niño a Corrientes.

Los historiadores pudieron comprobar que nació en septiembre de 1798 en yaguareté-corá. En ese momento este pueblo contaba con una capilla que dependía del Curato de San Roque. Los bautizados allí durante mucho tiempo no fueron anotados. Por ello tampoco figura en los libros parroquiales de San Roque. La única referencia acerca de su nacimiento la proporciona el general Celestino Vidal, el militar que más contacto tuvo con el niño, quien a poco de incorporado, le recordó que hacía dos meses había cumplido doce años. Por lo cual su nacimiento debe ubicarse en septiembre de 1798.

El extinto doctor Francisco Atenodoro Benítez, nacido en la localidad de Concepción, en su libro Homenaje justiciero, la estatua al Tambor de Tacuarí , editado en 1930, nos ofrece datos certeros relativos a la entrada de Belgrano al citado pueblo y a la incorporación del Niño Héroe a las filas del Ejército Libertador.

En la mañana del 26 de noviembre de 1810 se produjo la entrada del Ejército de Belgrano en Concepción.Belgrano, penetró en las calles del pueblo, y acompañado de parte de su plana mayor, se dirigió a orar al oratorio, arrodillado ante el patrono de Yaguareté –Corá, que era entonces San Francisco de Asís. Al abandonar el oratorio para ir a visitar la escuela de primeras letras del pueblo, se encontró en el atrio con algunos paisanos, quienes le solicitaron incorporarse a las filas del ejército patriota, encontrándose entre ellos un niño de 12 años, Pedro Ríos, quien pedía insistentemente entrar al ejército. Belgrano dudó al principio de llevar a ese niño a una expedición militar, pero el propio padre, llamado Antonio Ríos, dijo: “No solo doy mi consentimiento, sino también ruego que lo acepte, porque yo, con mis 65 años de existencia, soy un hombre anciano y la entrega de mi hijo es la única ofrenda que puedo hacer a la Patria” (1)

El Comandante Celestino Vidal, que llegó a ser posteriormente general, hombre medio ciego, le solicitó a Belgrano que aceptara al niño para servirle de guía y compañero en la Campaña Libertadora del Paraguay, y por lo tanto, Pedro Ríos fue incorporado al Ejército Patriota.

La marcha del ejército de Belgrano demandó grandes sacrificios por las características del terreno, dado que existían numerosos ríos, arroyos, lagunas, esteros y bosques, que eran difíciles de cruzar por la carencia de caminos y de poblaciones de abastecimiento.

El 19 de diciembre se efectuó el cruce del Alto Paraná para ingresar a territorio paraguayo. Pedro Ríos no tuvo mucho tiempo para ejercitarse en el uso del tambor, debido que batir el parche en zona enemiga hubiera significado delatar la posición del ejército a los espías realistas. No obstante eso, años después cuando Manuel Belgrano era conducido enfermo desde Tucumán a Buenos Aires, en un descanso en tierra cordobesa, recordó que a la fecha del combate de Tacuarí, el niño había adquirido una destreza aceptable tocando el tambor. Lo consideraba Belgrano junto a las Niñas de Ayohuma, como los recuerdos más hermosos de su vida militar, puesto que estos niños en circunstancias adversas no claudicaron.

La primera noticia de una intervención de Pedro Ríos se produjo en el ataque al campamento enemigo de Yuquerí, el 19 de enero de 1811, que desembocó en la Batalla de Paraguarí, derrota para las fuerzas patriotas. En esa ocasión, Pedro Ríos tuvo la misión junto a 70 soldados y 14 peones de fortificar las carretas del parque de armas, como así también el hospital de campaña. En las escaramuzas de Itapúa, estuvo lejos de las acciones con el grueso del ejército. La batalla de Paraguarí tuvo lugar el 19 de enero de 1811, y aunque los patriotas lucharon denodadamente, el agotamiento de las municiones contribuyó a que éstos sufrieran su primer derrota en territorio paraguayo, pudiendo retirarse en orden y fortificarse en las proximidades del río Tacuarí, al sur del Paraguay. Cuando Belgrano advirtió que 120 de sus hombres quedaron encerrados en la capilla de Paraguarí, ordenó tocar reunión para auxiliarlos, produciéndose el bautismo de Pedro Ríos como tambor, al concedérsele al titular, ocupar posiciones de soldado en reemplazo de los que estaban en el oratorio.

En la batalla de Tacuarí, que tuvo lugar el 9 de marzo de 1811, se destacó la figura de Pedro Ríos.Guía del comandante Celestino Vidal y también batía los parches de su tambor. En cumplimiento de esas funciones en pleno desarrollo de las operaciones bélicas, fue alcanzado por dos proyectiles de fusil en el pecho, cayendo herido de gravedad y falleciendo minutos después, con heroísmo en el campo de batalla. El general Celestino Vidal decía hacia el final de su vida: “Lo recuerdo y me estremezco. Me parece estar viéndolo impasible avanzar a mi lado. Yo lo he visto caer y abandoné la lucha para socorrerlo. Murió de dos disparos en el pecho. Estoy seguro de que su muerte fue mi salvación, porque al detenerme, no caí como cayeron casi todos los del ala donde estábamos nosotros”(2)

En la batalla de Tacuarí finalizó la vida de este heroico niño correntino llamado Pedro Ríos, “Mártir de la Campaña Libertadora del Paraguay”. Su patriotismo y valentía debe servir de ejemplo a la niñez y juventud argentina.

Según Mitre: ”En la batalla de Tacuarí, la infantería argentina al son del paso de ataque que batía con vigor sobre el parche un niño de doce años, el lazarillo del comandante Celestino Vidal (que apenas veía), pues los niños y los ciegos fueron héroes en aquella jornada” (3)

En el centro de la Plaza 25 de Mayo de Concepción se encuentra emplazada una estatua del Niño Héroe, donación del personal directivo y docente de la Escuela Graduada J. Alfredo Ferreyra de esa localidad. Esta estatua fue inaugurada en el año 1929, durante la gobernación del doctor Benjamín S. González. La estatua es una réplica de la existente en el Colegio Militar de la Nación, obra del escultor Luis Perlotti, y fue fundida en el Arsenal de Guerra. Está montada sobre un pedestal de mampostería y tiene una placa homenaje del Círculo Militar, con la siguiente inscripción: ” El Círculo Militar al Tambor Pedro Ríos, Muerto en el Combate de Tacuarí-9 de marzo de 1811” (4).

Existe un monolito recordatorio en su solar natal ubicado dentro del establecimiento agropecuario “San Eugenio”, sito en el paraje “Lomas de Verón”, en la 1ra. Sección Rural del Territorio Departamental de Concepción, a una distancia de dos kilómetros al noreste de la planta urbana de la localidad homónima, cabecera de dicho departamento. La Dirección Nacional de Educación del Adulto, Delegación Corrientes, a iniciativa del delegado provincial de esa época, Máximo Ricardo Dacunda Díaz, rindió homenaje a la memoria del Niño Héroe en ese lugar. El monolito tiene dos placas: la primera con la siguiente inscripción: “Pedro Ríos, Tambor de Tacuarí, Homenaje al Héroe correntino en su Tierra Natal, Concepción. Dirección Nacional de Educación del Adulto Delegación Corrientes. 14 de marzo de 1972”. La segunda fue un homenaje de la Municipalidad de Concepción con la siguiente leyenda: “Al Héroe Correntino (Tambor de Tacuarí) Pedro Ríos. Concepción. 14 de marzo de 1972”. (5)

  1. Juan Carlos Díaz Ocanto, El Niño-Héroe era correntino. Argentina, Instituto Belgraniano, 1991, p. 9.
  2. Juan Carlos Díaz Ocanto, op. cit., p. 14.
  3. Juan Carlos Díaz Ocanto, op. cit., p. 15.
  4. Juan Carlos Díaz Ocanto, op. cit., p. 15.
  5. Juan Carlos Díaz Ocanto, op. cit., p. 16.

LEY Nº 5988

El Honorable Senado y la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Corrientes, sancionan con Fuerza de Ley.

Artículo 1º.- Establézcase el año 2.011 como AÑO DEL TAMBOR DE TACUARI, en homenaje a Pedro Ríos, niño héroe oriundo de la localidad de Concepción del Yagüareté Corá, que falleciera en acción el 9 de Marzo de 1.811 durante la Batalla de Tacuarí (Paraguay).-

Artículo 2º.- Institúyase la fecha 9 de Marzo de cada año como Día del Niño Correntino, en reconocimiento y homenaje al sacrificio por la Patria y la Libertad que prestara el niño Pedro Ríos en el mencionado combate.-

Artículo 3º.- Desígnase como sede del acto central de la provincia, la localidad de Concepción del Yaguareté Corá, dicho evento se efectuará en la plaza que lleva el nombre del Niño Héroe.-

Artículo 4º.- Establézcase asueto Escolar y Administrativo en todo el territorio del departamento de Concepción, permitiendo de esta manera la concurrencia al Acto Central.-

Artículo 5°.- Conmemórase en todos los establecimientos escolares de la Provincia de Corrientes la fecha señalada e incorpórense la historia del personaje y los hechos de valor del niño héroe a la currícula de todos los niveles de educación provincial, resaltando como ejemplo de la juventud.-

Artículo 6°.- Dispóngase que a partir del 1 de Enero de 2.011 toda documentación y papelería oficial del Estado Provincial lleve obligatoriamente en su margen superior derecho la inscripción “2.011 año del Tambor de Tucuarí".-

LEY Nº 5988

Artículo 7°.- Promuévase en el territorio provincial, actividades, seminarios, conferencias y programas educativos y culturales tendientes a honrar la figura del Niño Héroe y exaltar los valores del sacrificio, el patriotismo, y la libertad en la formación de nuestra identidad correntina.-

Artículo 8°.- Comuníquese al Poder Ejecutico.-

DADA en la Sala de Sesiones de la Honorable Legislatura de la Provincia de Corrientes, a los veintitrés días del mes de junio de dos mil diez.

Sancionada: 23-06-2010.-

Autor: Sdor. Sergio Flinta.-

Expte. 5219 HCD y Expte. 2964/10 HCS.-

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Corrientes, 23 de junio de 2010.-

AL PODER EJECUTIVO:

Cumplo en dirigirme a V. H. a fin de comunicarle que esta Honorable Cámara de Diputados en Sesión Ordinaria celebrada en la fecha, ha dado sanción definitiva al proyecto de ley que establece el Año 2011 como “Año del Tambor de Tacuarí” y se instituye el 09 de marzo de cada año como “Día del Niño Correntino” ; en los términos del original que se adjunta.

Es Ley Nº 5 9 8 8.-

Dios guarde a V. H.-

V. E. el Señor

Gobernador de la Provincia

Dr. HORACIO RICARDO COLOMBI

S U D E S P A C H O .-

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Corrientes, 23 de junio de 2010.-

AL HONORABLE SENADO:

Cumplo en dirigirme a V. H. a fin de comunicarle que esta Honorable Cámara de Diputados en Sesión Ordinaria celebrada en la fecha, ha dado sanción definitiva al proyecto de ley que establece el Año 2011 como “Año del Tambor de Tacuarí” y se instituye el 09 de marzo de cada año como “Día del Niño Correntino” ; en los términos de la copia que se adjunta.

Es Ley Nº 5 9 8 8.-

Dios guarde a V. H.-

V. E. el Señor

Vicegobernador de la Provincia

DR. NESTOR PEDRO BRAILLARD POCCARD

SU DESPACHO .-

Despedida de George Washington

Traducción de Belgrano de la Despedida de Washington al Pueblo de los Estados Unidos 

Existe un paralelismo entre las vidas de Manuel Belgrano y George Washington, ambos héroes en la lucha emancipadora de las Américas. Ambos fueron precursores de las luchas comunes por la libertad e independencia. Sufrieron las deserciones de sus tropas, mal equipadas y mal alimentadas, a la vez que la apatía de sus gobiernos, interesados muchas veces en los pequeños intereses locales y descuidando los grandes intereses nacionales. Finalmente, los dos continuaron siendo patriotas en la acepción más pura del término: “El que ama a la patria y procura celosamente su bien”. (1)

Belgrano se interesó en la filosofía política de Washington. Según palabras de Mitre: “…llevaba la patilla a la inglesa, como se ve en los retratos de la última época de Washington, que era su modelo político”. (2)

Tal era la admiración que sentía Belgrano por Washington que el 2 de febrero de 1813, en la víspera de su batalla más importante, la batalla de Salta, se pasó la noche en su tienda de campaña escribiendo hasta cerca del alba. Estaba concluyendo por segunda vez su versión en castellano de la “Oración de despedida de Washington”, el documento que el 17 de septiembre de 1796, en vísperas de su retiro a la vida privada, Washington ordenó se publicara en la prensa. Este documento era un resumen de sus creencias políticas.

“Ese héroe – escribió Belgrano- digno de la admiración de nuestra edad y de las generaciones venideras, exemplo de moderación y de verdadero patriotismo, se despidió de sus conciudadanos, al dexar el mando dándoles lecciones las más importantes y saludables.”(3) Ese mensaje constituye junto con “La declaración de independencia”, “La Constitución” y “El discurso de Gettysburg”, de Lincoln, los cuatro documentos más notables de la historia de los Estados Unidos. “La despedida”, desde 1901, se lee en alta voz por un senador designado anualmente a ese efecto, en el aniversario del natalicio de Washington. La importancia de este documento queda probada dado que no hay precedente análogo respecto de ningún otro documento del Estado.
Belgrano anteriormente, en marzo de 1811, tenía ya casi terminada la misma traducción. En esas circunstancias se esperaba la batalla de Tacuarí, perfilándose la derrota inminente, por la superioridad en número de las tropas realistas, por lo cual tuvo que destruir esta traducción junto con el resto de sus papeles privados. En Tucumán, durante la primavera de 1812, recomenzó la tarea. Con respecto a su traducción Belgrano, que tenía un gran sentido crítico y era muy humilde, manifestó: “No con aquella propiedad, elegancia y claridad que quisiera y de que son dignos tan sabios consejos, pero al menos los hé puesto inteligibles, para que mejores plumas les den aquel valor que mis talentos, ni mis atenciones se permiten”. (3)

Esa noche de febrero de 1813, al cabo de una ardua marcha de dos semanas a través de territorios yermos, el general Belgrano y sus tropas acampaban junto a las crecidas márgenes del río Pasaje. Allí, antes de continuar al Norte, fueron obligados a detenerse a causa de lluvias torrenciales. Fue así que Belgrano tuvo oportunidad de terminar su traducción, y cuando él y su ejército reanudaron la marcha hacia Salta, donde lo esperaban las fuerzas realistas al mando de Pío Tristán, despachaba el manuscrito a Buenos Aires “para que se imprimiese”. (4)

Belgrano consideraba que él era el primero en realizar esta traducción, aunque abrigaba dudas, dado que escribió “…o que si lo han hecho, no se ha publicado”. (5).

La investigadora Courtney Letts de Espil buscó información en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, en la Fundación Hispánica, división que tiene en custodia doscientos o trescientos mil volúmenes en la lengua castellana, y para su sorpresa encontró que la única traducción existente de la Despedida de Washington al pueblo de los Estados Unidos era la de Belgrano .Para completar su búsqueda se dirigió a la biblioteca de la Unión Panamericana, encontrándose como única traducción la versión realizada por Belgrano. Un distinguido bibliotecario, poeta y escritor de la biblioteca del Congreso, el Dr. Archibald Mac Leish, se interesó en el tema y dispuso que se efectuara otra búsqueda. El resultado fue encontrar otra traducción, titulada “La vida de Jorge Washington “, publicada en Filadelfia en 1826.En ese libro figuraba “La oración de la despedida”, entre los otros escritos del prócer estadounidense. El autor, aunque norteamericano, no había captado sus cualidades. Esta traducción era ligera y descuidada. En tanto que Belgrano, a miles de millas de distancia, veintiún años antes, logró captar su esencia para ofrecer a sus compatriotas una versión más ajustada.

Belgrano compartía el anhelo apasionado de Washington por la Unidad. Consideraban que las rencillas entre los estados, o provincias, debían evitarse para que sus países pudieran ser suficientemente fuertes para mantenerse libres e independientes: “También os es apreciable en el día de la unidad de gobierno que os constituye una nación – escribió Washington según la versión de Belgrano-y á la verdad justamente apreciáis; pues es la columna principal del edificio de vuestra verdadera independencia, el apoyo de vuestra tranquilidad interior, de vuestra seguridad, de vuestra prosperidad y de esa misma Libertad que tanto amáis”. Luego añadió: “Pero como es fácil prever, que por diferentes motivos… se trabaje con mucho empeño…para debilitar, en vuestro concepto, el convencimiento de esta verdad: siendo este el punto de vuestro baluarte político contra el cual se han de dirigir con más constancia y actividad las baterías de los enemigos interiores y exteriores (aunque muchas veces oculta é insidiosamente…) (6)

Es interesante saber el valor del americanismo para Belgrano. En su “Introducción” Belgrano valora los conceptos de Washington en relación al tema: “Habló con cuantos tenemos, y con cuantos pueden tener la gloria de llamarse americanos, ahora, y mientras el globo no tubiese otra variación”. Según Washington: “El nombre de americanos que os pertenece… siempre debe excitar un justo orgullo patriótico, más que cualquier otro nombre, que deribe de los lugares en que habéis nacido”. No eran meramente virginianos, ni neoyorquinos, ni de Pensilvania. “Juntos habéis peleado y triunfado en una causa común: la independencia y la libertad que poseéis es la obra de vuestros consejos, de los peligros, de los sufrimientos y de las ventajas comunes, que en Unión habéis conseguido”. (7)

La Despedida de Washington al pueblo de los Estados Unidos es un extenso documento, que abarca desde el campo de la defensa, del comercio, finanzas, problemas internos y política exterior. Este documento es fundamental en los años en que nacían los Estados Unidos como nación independiente. (8)

Es interesante conocer como este “librito” llegó a las manos de Belgrano. El pintoresco David Curtis de Forest, nacido en Nueva Inglaterra, quien más tarde adquirió ciudadanía argentina, le dio a Belgrano en 1805 este documento. Según las palabras de De Forest: ”Poseo una finca – le comunicaba a un amigo en los Estados Unidos-, estoy vinculado a Juan Larrea…y tengo el honor de estar en las más especiales y confidenciales relaciones de amistad con la mayoría de los hombres de gobierno de este interesante país”. (9)

El médico José Redhead, en 1812 se vio obligado a huir de Salta, después de la ocupación realista, y a partir de ese momento permaneció al lado del general Belgrano. La primera traducción Belgrano la terminó antes de conocerlo, pero lamentablemente la tuvo que destruir antes de la acción de Tacuarí. Para la segunda traducción recibió la ayuda de Redhead, como Belgrano manifestar: “Para executarla con más prontitud me hé valido del americano Dr. Redhead, que se ha tomado la molestia de traducirla literalmente y explicarme algunos conceptos…” (10).

Este médico lo acompañó y asistió a Belgrano en sus enfermedades y al aproximarse la muerte del prócer, éste balbuceó al oído de su hermana Juana, quien lo cuidaba, el deseo de legar el reloj al médico: “Es todo cuanto tengo que dar a este hombre bueno y generoso”. (11).
En 1873 en el aniversario de la batalla de Tucumán, y en ocasión de la inauguración de la estatua de Belgrano, el general Bartolomé Mitre, una vez más aunó los nombres de Belgrano y Washington: “Han sido aclamados grandes con el aplauso de la conciencia humana y de la moral universal.”(12)
“La gloria de llamarse americanos”, el mensaje de ambos próceres, resuena hoy como una promesa renovada y un desafío frente a la crítica realidad que nos toca vivir.-

  1. Courtney Letts de Espil, Belgrano y Washington. Su colaboración en la Inmortalidad. En: Manuel Belgrano, Despedida de Washington al pueblo de los Estados Unidos . Reimpresión de la publicación del Servicio Cultural e Informativo de los Estados Unidos de América con motivo del Segundo Congreso Nacional Belgraniano. 22-23 y 24 de junio de 1994, p.21.
  2. Courtney Letts de Espil, op. cit., p. 21.
  3. Courtney Letts de Espil, op. cit., p. 22.
  4. Courtney Letts de Espil, op. cit., p. 23.
  5. Courtney Letts de Espil, op. cit., p. 23.
  6. Courtney Letts de Espil, op. cit., p. 25.
  7. Coutney Letts de Espil, op. cit., p.p. 25-26.
  8. El lector que esté interesado en el tema puede consultar la obra citada anteriormente.
  9. Archivo del Departamento de Estado. En: Courtney Letts de Espil, op. cit., p. 27.
  10. Courtney Letts de Espil, op. cit., p. 26.
  11. Courtney Letts de Espil, op.cit., p. 28.
  12. Courtney Letts de Espil, op. cit., p. 28.

Las Heroínas de la Coronilla

Antes de entrar en el tema es importante establecer el carácter que tuvieron las Guerras de la Independencia del Alto Perú –hoy Bolivia- y el territorio norte de la actual República Argentina. Este territorio en esos momentos constituía el Virreinato del Río de la Plata y, a partir de 1816, las Provincias Unidas en Sudamérica.

Las primeras manifestaciones ocurridas en el Alto Perú, dada la situación de España y la serie de acontecimientos que se desenvolvían en el territorio americano, se producen en las ciudades de Chuquisaca y La Paz en 1809, cruelmente reprimidas por las tropas realistas. Semejantes movimientos se harían sentir poco después con fuerza en todo el ámbito hispanoamericano, muy especialmente en Salta, Jujuy, Orán y Tarija.

Mitre llamó a la lucha que se desplegó en estos territorios Guerra de Republiquetas, que enmarcaron los gritos de libertad e independencia que tuvieron como fuerza indiscutible el accionar de todo un pueblo. Hoy se la llama guerra de guerrilla o guerra de recursos.

Nuestros caudillos y sus fuerzas irregulares hostilizaron a los aguerridos ejércitos españoles que habían actuado contra las huestes napoleónicas, al frente de bravos capitanes como lo fueron Gavino Saravia y Luis Burela, que respondían a Martín Miguel de Güemes, quien hizo la guerra sin cuartel pasando ésta a la historia como Guerra Gaucha.

El pronunciamiento revolucionario del Alto Perú por sus características fue un movimiento total de la Nación en armas. En ellas lucharon hombres, mujeres y niños, todos dieron su vida por la idea común de patria. Hombres, mujeres, sacerdotes, funcionarios, criollos, mestizos e indios unificaron esfuerzos en esta epopeya.

Entre 1809 y 1810 la guerra de guerrillas en el Alto Perú tuvo una significación diferente que la librada en el noroeste argentino. La geografía y el carácter de la lucha le dio singularidad a la misma. Esta era cruel y sanguinaria, al tiempo que era heroica por sus sacrificios y hazañas.

Se caracterizó por la humildad de sus caudillos y su arrojo. Sucumben y aparecen otros, brotan de las montañas y del seno de las selvas y los bosques. Son exterminados, vencidos y martirizados, pero ellos jamás se extinguen pues fueron fecundando en la sangre de otros el ideal de patria.

Los historiadores hablan de más de 102 caudillos que actuaron en esta lucha heroica y que sólo 9 sobrevivieron. Los 93 restantes subieron al cadalso o se extinguieron en los campos de batallas. También la heroicidad de las mujeres estuvo presente de manera efectiva en estas luchas.

Los centros de resistencia se llamaban republiquetas. A saber: La del norte con centros en Ayopaya-Omasuyos. Con centro en Chayanta, que dominaba las comunicaciones con Oruro, Cochabamba-Chuquisaca. Otra en Mizque, que circundaba a Cochabamba y se comunicaba con Santa Cruz de la Sierra y Valle Grande. Otra en Río Grande hacia el Pilcomayo. Otra en Cinti con comunicaciones en Porcos-Cotagaita y se extendía hacia Tarija y el Chaco Boreal.

Los caudillos más importantes eran: norte: Munecas y Lanza; centro: Arce y Arenales; sud: Padilla, Camargo, Umaña y Uriondo y oriente: Warnes y Mercado. En Tarija se encontraban: Manuel y Ramón Rojas, Francisco de Uriondo, Eustaquio Méndez, alias el Moto, José Fernández Campero, marqués de Yavi. Los de Tarija respondían a Guemes y a Belgrano.

En este marco tuvo lugar la segunda rebelión de Cochabamba en 1812. Fernando de Abascal –Virrey de Lima- organizaba en Perú las hordas de Mateo Pumakagua, quien con 4000 indios arrasó La Paz, Oruro y Cochabamba. Pumakagua luego se vuelca a la causa independentista y atacó a los españoles en Arequipa. En tanto, Mariano Pinelo e Idelfonso de las Muñecas llegaban al Desaguadero para vencer a los españoles. Siguieron a La Paz, donde tuvieron importantes victorias. El gobernador de La Paz –Valde Hoyos- hizo minar el palacio y colocó barriles de pólvora en el cuartel general. El pueblo amotinado provocó una terrible carnicería. El coronel Juan Ramírez con 2000 hombres atacó a los guerrilleros – Pinelo y Muñecas- provocando también una terrible venganza y persiguió a Pumakagua, venciéndolo a orillas del Umachiri en las Chungas.

El pueblo de Cochabamba se había revelado contra Pumakagua y, bajo la dirección de Esteban Arce, depuso al gobernador Allende y creó una junta presidida por Mariano Antezana. Las fuerzas rebeldes atacaron a Oruro y La Paz. Esteban Arce intimó la rendición de Oruro. No obstante los realistas vencieron en Guanipaya.

Los realistas tratan de contener los avances guerrilleros, así el coronel Lombera y el teniente coronel Augusto Huici, al igual que Goyeneche, saliendo de La Paz, Oruro y Chuquisaca, tratan de sofocar la segunda rebelión en Cochabamba. Se va a producir el combate de Queñual el 22 de mayo de 1812. Goyeneche, desde Mizque y apoyado por el coronel Imas, sostendrá encuentros sangrientos, como la batalla de Queñual a la altura de Pocoma, donde es derrotado por Arce. En tanto Cochabamba, enviaba el 26 de mayo emisario a Goyeneche para exigirle garantías. Este contestó que la provincia estaba bajo la protección del rey. Mellizo, el 27 de mayo de 1812, hizo abrir las puertas de la cárcel, saliendo libres los presos que saquearon las casas de españoles y se armaron para enfrentar a Goyeneche. Se situaron en el Cerro de San Sebastián y fustigaron a las tropas realistas, pero en el momento culminante, faltó la decisión de los hombres y ésta fue sostenida por las mujeres de Cochabamba, que pelearon hasta el sacrificio, recibiendo el nombre de heroínas. Algunos autores señalan que la acción se vio dificultada por celos entre Arce y Antezana por el mando.

El soldado Francisco Turpin escribió a Belgrano, relatándole la acción de Cochabamba, con fecha 4 de agosto de 1812 en Jujuy (1). Señala que el ejército enemigo rompió fuego después de haber hablado el capitán de caballería Jacinto Terrazas con ellas, que sostuvieron no querer rendirse y más bien tendrían la gloria de morir matando. Seguido esto, el embajador que había llegado de Cochabamba, murió en manos de las mujeres. Estas, con los rebozos atados a la cintura, haciendo fuego por espacio de tres horas, enfrentaron al enemigo, por cuatro puntos del cerco. Murieron así 30 mujeres, 6 hombres de garrote y 3 fusileros. La caballería enemiga rompió el cerco y, bajo el ruido del fusil y del cañón, atacaron el lugar. Poco después, entraron a sangre y fuego, pasando por las armas a algunos guerrilleros y mujeres. La ciudad fue totalmente saqueada y quemadas todas las cementeras, provocando con ello el terror. A duras penas algunos pudieron salvarse y huir hasta Chayanta. Los realistas se ensañaron con niños, viejos y viejas, salvándose las mujeres de buen parecer.

Belgrano exalta la valiente acción de las mujeres cochabambinas y el sacrificio de su gente, exclamando:

“Gloria a las cochabambinas que se han demostrado con un entusiasmo digno de que pase a la memoria de las generaciones venideras.

Ellas han dado un ejemplo que debe exitar, Señor Excelentísimo, los sentimientos más apagados por la patria, y estoy seguro de que no será el último con que confundan a las de su sexo que alucinadas, trabajan en contra de la causa sagrada, y aún a los hombres que prefieren la esclavitud, por no exponer sus vidas para asegurar nuestros justos derechos.”

El heroico comportamiento de las mujeres cochabambinas ha sido reconocido por el pueblo boliviano y su gobierno, declarándose el 27 de mayo Día de la Madre, en honor a estas ilustres Heroínas de la Coronilla.

El año 1812 finaliza con grandes sufrimientos y suerte varia para los caudillos o patriotas frente a los realistas o godos. El año 1813, Belgrano al triunfar en Tucumán y Salta, logra alcanzar Jujuy. Los de Cochabamba y Chayanta, refugiados en el territorio argentino, se incorporan a sus filas. Es así que ratifica en sus ascensos a Padilla y a Arce. Los patriotas en Santa Cruz, Chuquisaca, Oruro, Potosí y La Paz, se movilizan ante el accionar de Belgrano, quien envía una fuerza de vanguardia al mando de Eustaquio Díaz Vélez, a fin de ocupar Potosí y Oruro. El júbilo de los patriotas es inmenso, numerosas proclamas así lo justifican. Belgrano entra a Potosí el 21 de junio de 1813 y es obsequiado por las damas potosinas con la famosa Tarja de oro y plata, designándole Protector del Continente Americano, agradeciendo- además- sus preocupaciones por la mujer y la educación de los niños y las medidas de orden y de administración trazadas por el pueblo altoperuano. Recordemos que arregló la administración en su calidad de Capitán General y buscó dotar a la región de un sistema político y administrativo. La dividió en 8 provincias- inicialmente esta jurisdicción se componía de 4-, confió al coronel Alvarez de Arenales la gobernación e intendencia de Cochabamba; a Ortiz de Ocampo la de Charcas y a Warnes, la gobernación de Santa Cruz de la Sierra y los gobiernos de Mojos y Chiquitos. (2)

  1. Documento N° 299. Oficio original del soldado Francisco Turpin al General Manuel Belgrano señalando la heroicidad de las mujeres de Cochabamba. Jujuy, 4 de agosto de 1812 en Instituto Nacional Belgraniano, Documentos para la historia del General Don Manuel Belgrano, t. IV, 1811-1812, Buenos Aires, 2003, pp. 554-557.
  2. Véase: La tarja de Potosí. Un símbolo americano.

Extractado de una conferencia dictada por la Dra. Cristina Minutolo de Orsi en la Asociación de Mujeres Bolivianas en la Argentina. Embajada de Bolivia, octubre 2005.

La Tarja de  Potosí

Un símbolo américano 

Reseña histórica sobre la Tarja de Potosí. Simbolismo y significación

La Tarja o Escudo de Potosí es un canto o himno de oro y plata, que relata las hazañas del general Manuel Belgrano en las batallas de Salta y Tucumán, así como su acción en la gesta de la independencia americana. Dicha joya “es un real organismo político”, una obra con unidad, con asunto, temas principales, ideas complementarias y accesorias. Es altamente expresiva y sugeridora.

La Tarja, como se la conoce históricamente, le fue obsequiada el 4 de julio de 1813 al general Manuel Belgrano por las damas de la Villa de Potosí (Alto Perú, hoy Estado Plurinacional de Bolivia). Según testimonios de entonces, ocho días después de la llegada de Belgrano, como héroe de Salta, a Potosí, éste ofreció un magnífico sarao en la casa de su morada. A poco de iniciado el baile, se le acercaron tres mujeres (Gregoria Álvarez, María Álvarez y la esposa de Bonifacio Alba) que pusieron en sus manos “una espléndida guirnalda y palma de plata y oro, cinceladas con todo el primor del arte”. Aprovechando un momento de pausa, la señora Gregoria Álvarez tomó la palabra en nombre de todas las demás señoras y dirigiéndole a Belgrano un discurso le presentó en memoria de la libertad, que les acababa de dar, un magnífico “cuadro de plata”, rogándole lo aceptase. Se trataba de una joya de oro y plata un tanto “barroca” en su composición, muy al estilo de aquella época. Sus medidas son 1,70 m. de alto por 1,03 m. de ancho. Su valor fue estimado en 7.200 pesos fuertes, importante suma para aquel momento.

Puede observarse en un documento existente en el Archivo General de la Nación que Belgrano envía el obsequio desde Potosí, el 6 de septiembre de 1813, al Cabildo de Buenos Aires, en una muestra más de desprendimiento público. Lo acompaña con una lista de las setenta y siete damas patriotas que lo distinguieron con la Tarja en Potosí[1].

Una vez en Buenos Aires, se dispuso que ese “soberbio regalo” al héroe fuera colocado en los balcones del ayuntamiento, sobre cojines mullidos, donde el pueblo pudo admirarla durante varias semanas (tal como ocurriera 6 años antes en ocasión de la exhibición de la Lámina de Oruro).

Actualmente la Tarja se encuentra en el Museo Histórico Nacional de la ciudad de Buenos Aires, desde su entrada el 10 de Mayo de 1890, nominada como “Guirnalda y Palma de Potosí”.

En ella se advierte el sentimiento de la Patria Nueva, que se inspira en el porvenir de la América del Sur. Es el homenaje de todo un pueblo impulsado por los deseos de libertad, que proclama a través de ella en forma inequívoca sus anhelos futuros y su decisión de progreso ante el mundo.

En esta Joya también están plasmados de manera simbólica los esfuerzos constantes realizados por Belgrano a través del consulado de Buenos Aires, para promover el desarrollo integral de estas regiones. Una leyenda en oro lo designa “Protector de los Pueblos del Continente Americano”.

Los orfebres potosinos, fueron admirables maestros medallistas y expertos cinceladores de monedas, de joyas, y de objetos diversos como vajilla doméstica o piezas consagradas al culto religioso. Ello les permitió poder expresar con acierto y con un lenguaje simbólico su homenaje al héroe.

Descripción: consta principalmente de una parte central, que posee la idea-madre en la tarja o escudo oval de oro y que da su nombre a toda la pieza. Ese escudo es precisamente una metáfora designando a Belgrano protector de los pueblos del continente, tras su doble victoria y su avance hacia el norte. Su protección, como podrá observarse, se extiende a los mares lejanos (por la navegación y el comercio) en los dos océanos.

Compuesta esta parte central de varias piezas agrupadas, en esta forma:

EN EL FONDO Y EN EL CENTRO, UNA CINTA DE PLATA FIGURA LA AMÉRICA MERIDIONAL Y PARTE DEL ISTMO DE PANAMÁ;

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  • AL FRENTE Y COMO CUBRIENDO EL SUSODICHO CONTINENTE, SE OSTENTA UN ESCUDO DE ORO, OVALADO O TARJA PROPIAMENTE DICHA, CON VERSOS PINTADOS EN NEGRO, QUE DICEN: “LAS POTOSINAS CONSTANTES – QUE FIELES SE HAN MANTENIDO – EN DEFENDER EL PARTIDO – DE VUESTRAS ARMAS TRIUNFANTES – VIENDO CUAN INTERESANTES – SON TUS TRIUNFOS Y VICTORIAS – DESEAN QUE A NUEVAS GLORIAS – OH BELGRANO! TE PREVENGAS – POR LA PATRIA Y QUE MANTENGAS – DE SU AMOR, ESTAS MEMORIAS”;
  • CIRCUNDADO POR UN LAUREL A LA DERECHA, Y UNA PALMA A LA IZQUIERDA, AMBAS RAMAS DE ORO TAMBIÉN Y CON SUS CABOS CRUZADOS ABAJO A MODO DE GUIRNALDA;
  • ARRIBA UN AVE DE ORO SE DESTACA, CON LAS ALAS ABIERTAS Y LAS GARRAS SUSPENSAS, EN ACTITUD DE ELEVAR EL VUELO; Y DE CADA LADO DEL ESCUDO Y LIGADA A ÉL POR SU PROA CON CADENILLAS DE ORO, ESTÁ COLOCADA UNA NAVECILLA DE FILIGRANA DEL MISMO METAL, A VELA Y REMO;
  • POR ENCIMA DEL AVE UNA CARTELA DE ORO, DICE EN LETRAS NEGRAS PINTADAS: “LA AMÉRICA”.

La parte central recién descripta se halla rodeada:

  • ARRIBA Y EN EL MEDIO, POR UNA PIEZA DE PLATA QUE REPRESENTA LA ANTIGUA INTENDENCIA DE POTOSÍ, LLEVANDO SOBREPUESTO UN SOL SIMBÓLICO LABRADO EN ORO;
  • ARRIBA Y A LA IZQUIERDA Y DETRÁS DE LA PIEZA PRECEDENTE, POR OTRA EN FORMA DE CONO QUE REPRESENTA EL CERRO DE POTOSÍ, EN CUYAS LADERAS SE VEN LLAMAS TRANSPORTANDO LAS RIQUEZAS EXTRAÍDAS DE SUS ENTRAÑAS Y EN CUYA PUNTA SE HA FIJADO UNA FLÁMULA;
  • Y DE UN A OTRO LADO, POR SENDAS PIEZAS DE PLATA, ENCINTADAS, CON UN CALADO EN TODA SU EXTENSIÓN EN FIGURA DE ONDAS, QUE CONVERGEN HACIA ABAJO DONDE CON OTRA PIEZA DE PLATA, ROMBOIDAL, CUYOS COSTADOS ESTÁN TAMBIÉN EN FIGURA DE ONDAS, REPRESENTAN EN CONJUNTO A LOS RÍOS URUGUAY Y PARANÁ CONFLUYENDO Y ORIGINANDO EL ANCHO ESTUARIO DEL PLATA.
  • LA SUSODICHA PIEZA ROMBOIDAL TIENE VARIOS SOBREPUESTOS DE ORO LABRADO: DOS GRANDES PECES, UNO DE CADA LADO; UN GRUPO DE ATRIBUTOS EMBLEMÁTICOS, EN EL CENTRO; Y UNA CARTELA, SOBRE EL EXTREMO SUPERIOR, QUE DICE EN LETRAS NEGRAS PINTADAS: “EL RÍO DE LA PLATA”.
  • UNA GUIRNALDA, ABAJO, Y UNA PALMA, ARRIBA, AMBAS DE PLATA, CIRCUNDAN A LAS PIEZAS DESCRIPTAS CON GRAN PROFUSIÓN DE ADORNOS PLATERESCOS Y NUEVE FIGURITAS, DE HOMBRES, EN PLATA MACIZA, REPARTIDOS SIMÉTRICAMENTE ENTRE ÉSTOS, MUESTRAN SENDAS CARTELAS, DEL MISMO METAL, EN LA QUE LEE GRABADO: “LA PATRIA”:
  • DE LAS PIEZAS DE PLATA ENCINTADAS, YA REFERIDAS, SALEN GRACIOSAMENTE HACIA FUERA CUATRO RAMAS DEL MISMO METAL, DOS DE CADA LADO, SUSTENTANDO LAS DE LA IZQUIERDA Y LA INFERIOR DE LA DERECHA, FIGURAS DE DAMAS, Y LA SUPERIOR DE ESTE LADO, DE CABALLERO; ESTAS CUATRO FIGURAS SON DE PLATA, MÁS GRANDES QUE LAS FIGURITAS DE HOMBRE CONSABIDAS, Y ESTÁN EN ACTITUDES DIFERENTES, OSTENTANDO SENDOS ESCUDETES DE ORO, OVALADOS, CON VERSOS PINTADOS EN NEGRO, EN LOS QUE SE LEE, EN EL DEL LADO SUPERIOR IZQUIERDO: “LA VICTORIA CONSEGUIDA – EN SALTA, BIEN NOS ADVIERTE – QUE SÓLO TU BRAZO FUERTE – NOS DA LIBERTAD Y VIDA”; EL DEL LADO SUPERIOR DERECHO: “TU – HUMANIDAD, TU VIRTUD – TU FIRMEZA, TU CONSTANCIA – TU VALOR Y TU ARROGANCIA – DAN AL PERÚ LA – QUIETUD”; EN EL DE ABAJO Y LA IZQUIERDA: “ESTE – SUELO AMERICANO – PONE TODA ESPERANZA – EN RESTAURAR SU BONANZA – SÓLO EN TU MANO, – BELGRANO”; EN EL DE ABAJO A LA DERECHA: “AQUELLA GLORIOSA ACCIÓN – EN EL TUCUMÁN GANADA – ES DE TU AGUERRIDA ESPADA – UN NUEVO TIMBRE Y – BLASÓN”. ADEMÁS SOBRE UNA PEANA DE PLATA CON COLGANTES DE ORO, FIJADA A LA PIEZA DE PLATA QUE REPRESENTA LA ANTIGUA INTENDENCIA DE POTOSÍ, OTRA FIGURA DE DAMA DE PLATA Y DE IGUAL TAMAÑO QUE LA DE LOS LADOS, Y QUE TIENE EN SUS MANOS UNA CADENA DE ORO QUE CAE HASTA LA ALTURA DE LA PIEZA ROMBOIDAL, EN CUYO EXTREMO INFERIOR SE HALLA SOBRE PUESTO UN ESCUDETE DE ORO, OVALADO, CON ANVERSOS PINTADOS EN NEGRO, QUE DICEN: “HOY LA – AMÉRICA DEL SUD – TE OFRECE CON TODA EL ALMA – EN ESTA GUIRNALDA Y PALMA – LOS TRIBUTOS DE SU AMOR”.

Remata la tarja un alto pedestal, ornamentado frondosamente al estilo plateresco, sobre el que está de pie una figura indígena, de plata con plumaje de oro, manteniendo con la diestra, enhiesta una lanza de plata cuya punta sostiene un gorro frigio de oro, y asiendo con la mano izquierda, una cadena rota de oro.

Finalmente, enganchado al extremo inferior de la tarja hay una pieza de plata en forma de borla con caireles movibles.

Conjuntamente con la Tarja, el Museo Histórico Nacional exhibe las medallas por Tucumán y Salta que le otorgaron al General Belgrano y que acuñara en Potosí (las envía desde Jujuy el 3 de mayo de 1813 al Gobierno).

La ornamentación de la Tarja presenta elementos y símbolos que al interpretarlos nos ofrecen en forma clara y emotiva, la imagen que aquellas mujeres tenían de la América del Sur. Es una pieza de arte que pertenece a la llamada platería virreinal.

La presencia simbólica de dos mundos culturales: el europeo y el indígena, aparecen amalgamados en la Joya. Un cacique rematando en lo alto, nos advierte de una fuerte presencia. Para las mujeres era un puente entre dos mundos contradictorios, obligados a vivir en un mismo hábitat. Aparece la riqueza del cerro potosino como una gran arquitectura – telón. Es una evocación, figuras femeninas y otros personajes masculinos entre misioneros y conquistadores, profesionales, universitarios enmarcados por granadas, rosas y lirios todos elementos simbólicos del Mediterráneo, que aludían al tema de la Virgen María en ese mundo andino. El Continente de la América del Sur aparece nítido desde el Canal de Panamá y las Islas Malvinas.

Todo el potencial de la región fluye y se derrama entre los ornamentos de la Joya. Un escudo en el medio indica cómo aquellas setenta y siete patriotas potosinas vieron en el general Belgrano, el elemento conciliatorio para la América del Sur. “Broquel de Sudamérica” lo interpretó Dellepiane a Belgrano.

Su costo, sus líneas, el asunto que simboliza, la fastuosidad de los ornamentos florales, enaltecen a sus autores al tiempo que se trata de un objeto digno de Manuel Belgrano y de la Gesta Americana.

Manuel Belgrano fue en verdad el inspirador de la Revolución de Mayo de 1810. El creador de la Bandera Nacional. Y el hombre que todo lo dio en beneficio de la Patria Americana. Enalteció la figura de la mujer, pues proclamó de manera fundamental su proyección a través de la educación al tiempo que procuró resolver y desarrollar las riquezas de este continente.

Los documentos y las fuentes nos muestran hoy el incansable trabajo de aquel importante hombre público que todo lo dio y nada le pidió a la patria. Desde las miradas de las mujeres que mandaron a realizar la Tarja, se advierte cómo la Gesta de la Independencia era parte de un destino común. El Continente Americano, se perfilaba como una unidad.

Esta era la idea a partir de los últimos decenios del siglo XVIII y el ideal expresado por Francisco Miranda, Simón Bolívar y José de San Martín.

El nombre de Manuel Belgrano cobró enorme significación, precisamente por ser el promotor de la Integración Regional.

*por el por el Lic. Prof. Matías DIB. 
 

[1]Las damas eran: María Alvarez, Lucía Ramirez, Gregoria Alvarez, Paula Apodaca, Josefa Lizarazu, Mercedes Tulio, Carmen Ursainqui, Manuela Parrilla, Isabel Mora, Eulalia Semborain, Manuela Ardiles, Mercedes Nuñez, Gregoria Aranibar, Josefa Salcedo, Juana Matos, Manuela Lizarazu, Carmen Alvarez, María Arriaga, Águeda Toro, Josefa Mendoza, Clara Rua, Juana Taboada, María Barriga, María Taboada, Micaela Eguibar, Nicolasa Taboada, Mercedes Paradis, Catalina Pulido, Micaela Alcoba, Manuela Pulido, Juliana Malpartida, María Pulido, Isabel Maguiña, Damiana Zuleta, Narcisa Pantoja, Melchora Apodaca, Dominga Iglecias, Manuela Concha, María Quintana, Andrea Montalbo, Bernarda Quintana, Manuela Mayora, Luisa Loyo, Margarita Gonzales, Inéz Guerta, Margarita Tellez, Juana Manuela Ibero, Luisa Machaca, Manuela Tellez, Petrona Miranda, Bartola Eguibar, Gregoria Besamendi, Petrona Urquieta, Melchora Escobar, Micaela Baldéz, Francisca Lizondo, Francisca Osio, Juana Espinosa, Tomasa Daza, Francisca Escalera, Raymunda Guendica, Petrona Pulido, Juliana Ortiz, Francisca Loayza, Petrona Machaca, María Molina, Maria Oré, Martina Ecos, Paula Oré, Maria Salamanca, Micaela Oré  , Ignacia Ecos, María Aliaga, Casimira Sandoval, Rafaela Liseca, Francisca Uriona y Antonia Castillo.

ACLARACIÓN BIBLIOGRÁFICA.
 
“Aviso de una emigrada de la Villa de Potosí” en el Despertador Teo-Filantrópico, Místico y Poético del padre Castañeda, Nº 4, p. 61 del Suplemento del 28 de agosto de 1820. El 25 de junio de 1820, Castañeda publicó en el pe­riódico El Despertador Teofilantrópico que dirigía, en forma de un poema elegiaco, la primera reivindicación póstuma de Belgrano. Allí figuran algunos versos que mencionan la Tarja.
 
“La Lámina de Oruro y la Guirnalda y Palma de Potosí” depositadas en la sala de Audiencia del Superior Tribunal de Justicia de Buenos Aires por A. J. Carranza en La Revista de Buenos Aires. Historia Americana, Literatura, Derecho y Variedades, Navarro Gloria, Miguel [Dir.]., tomo IX, Buenos Aires, Imprenta de Mayo, 1866, pp. 563 a 575. 
 
“La Tarja de Potosí” por A. P. Carranza del Museo Histórico Nacional.
 
DEL VALLE QUIROGA DE CORCUERA, Rosa; “El simbolismo de la Tarja” en Anales, Buenos Aires, Instituto Nacional Belgraniano, 2000, número 9, pp. 289-290.
 
DELLEPIANE, Antonio; La Tarja de Potosí, Buenos Aires, Coni, 1917.
 
MINUTOLO DE ORSI, Cristina; “La Tarja o Escudo de Potosí” en Anales, Buenos Aires, Instituto Nacional Belgraniano, 2000, número 9, pp. 285-286.
 
MITRE, Bartolomé; Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina, 4ª ed., Buenos Aires, Félix Lajouane, 1887, tomo I.
 
MITRE, Bartolomé; Historia de Belgrano y de la independencia argentina, Biblioteca de Clásicos Argentinos, Volúmen XXVI, Buenos Aires, Estrada, 1947, t. I.

 

Las niñas de Ayohuma

En plena batalla de Ayohuma, una morena, proveniente de Buenos Aires, llamada tía María, y conocida como madre de la Patria, mientras duraba el cañoneo como a las doce del día 14 de noviembre y con un sol que abrasaba la tierra, junto con sus dos hijas mozas, que se ocupaban de lavar con ella la ropa de los jefes y oficiales, constantemente condujo agua en tres cántaros que llevaban a la cabeza, desde un lago o vertiente situada entre ambas líneas y la distribuían entre los diferentes cuerpos, dándole un poco de alivio al ejército patriota durante la dura batalla.

Esta anécdota relatada por Gregorio Aráoz de Lamadrid en sus memorias, es uno de los recuerdos más dulces de su vida militar, junto con el Tambor de Tacuarí, que Belgrano conservaba en sus últimos días, aquejado por su grave enfermedad .(1)

  1. Gregorio Aráoz de Lamadrid, Memorias. Buenos Aires, W.M. Jackson Inc., 1953, tomo I, pp. 55-56. Véase también Lily Sosa de Newton, Las argentinas de ayer a hoy. Buenos Aires, Librería y Editorial L.V. Zanetti S.A., 1967.

Belgrano, San Martín, Dorrego y las voces de mando

Nos narra una interesante anécdota. En una de las sesiones de la academia de jefes que presidía San Martín personalmente y a las cuales asistía Belgrano como coronel del Número 1, se buscaba uniformar las voces de mando. Belgrano, como Brigadier General, ocupaba el puesto de preferencia, siguiéndole Dorrego por el orden de antigüedad. San Martín dio la voz de mando que debían repetir los demás sucesivamente y en el mismo tono. Al hacerlo el General Belgrano, se rió el coronel Dorrego. San Martín, no estaba dispuesto a tolerar semejante impertinencia, le dijo a Dorrego con firmeza y sequedad: “Señor Coronel, hemos venido aquí a uniformar las voces de mando!”, y volvió a dar la misma voz como si nada hubiera sucedido; pero al repetirla nuevamente Belgrano, otra vez se río Dorrego. Entonces San Martín empuñó un candelero de bronce que estaba sobre la mesa, y dio con él un golpe vigoroso, profiriendo un voto enérgico, y con mirada iracunda le dijo a Dorrego, sin soltar el candelero de la mano: “He dicho, Sr. Coronel, que hemos venido á uniformar las voces de mando!” Dorrego ante la reacción de San Martín no volvió a reírse. Pocos días después fue desterrado a Santiago del Estero en castigo de su insubordinación.

Véase: Bartolomé Mitre, Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina, t. 2 , Buenos Aires, Félix Lajouane Editor, 1887, p. 283.

Juana Azurduy

Es interesante destacar la presencia de la mujer en los Ejércitos Patriotas y en los Realistas. Las “mamitas” altoperuanas, venidas tras las milicias para acompañarlas y servir, ya que el sistema de rancho aún no era conocido, acompañaban a las tropas. Su función era “preparar la comida de sus relacionados” y por eso se las toleraba. Al iniciarse la batalla de Salta, estas mujeres huyeron de la ciudad entre gritos y llantos, anunciando el resultado del encuentro, una victoria tan decisiva de las fuerzas patriotas, que a los 3 días no quedaba español en Salta.

Las mujeres fueron utilizadas como “bomberos” –espías- y al ser descubiertas en algunas ocasiones recibían duros castigos. Belgrano estando acampado en Tucumán, antes de dirigirse al Alto Perú, recibía por intermedio de ellas todas las noticias referentes al ejército realista, así como todo tipo de información venida del Alto Perú.

En las filas patriotas se destacaron muchas mujeres del norte de nuestro país. Una de ellas, Martina Silva de Gurruchaga –1790-1873- llegó a alistar una compañía de soldados en Los Cerrillos, a pocas leguas al sur de la ciudad de Tucumán. Belgrano en recompensa de su accionar, le ofreció un riquísimo manto, en cuya orilla mandó bordar la siguiente leyenda: “A la benemérita patriota capitana del ejército doña Martina Silva de Gurruchaga”. (1)

Apartado Belgrano de la jefatura del Ejército del Norte, a fines de 1813, las mujeres salteñas se destacaron al quedarse en el territorio y servir de enlace con las fuerzas de Güemes. Todas las mujeres participaron de esta epopeya, desde la negra esclava hasta la matrona más encumbrada. Podemos citar entre otras: Juana Moro de López, Celedonia Pacheco de Melo, Magdalena Gúemes de Tejada, hermana de Juan Martín de Gúemes, Juana Torino, María Petrona Arias, Andrea Zenarruza de Uriondo, quines se dedicaron al espionaje. (2)

En esta tradición se inscribe el accionar de Juana Azurduy de Padilla, nacida en Chuquisaca en 1787, quien murió en la misma ciudad en 1862. En el segundo período de la actuación de Belgrano como General en Jefe del Ejército del Norte –1816-1819-se llevó a cabo en el Alto Perú, las Guerras de las Republiquetas: “Cada valle, cada montaña, cada desfiladero, cada aldea, es una republiqueta, un centro local de insurrección, que tiene su jefe independiente, su bandera y sus termópilas vecinales”. (3)

Estos grupos locales se hacían cargo de la lucha contra los realistas. Precisamente, Manuel Ascensio Padilla, esposo de Juana Azurduy, mantenía en insurrección una vasta zona, acompañado por su esposa. Combatieron en Presto, Tarabuco y La LAGUNA. El 14 de septiembre de 1816, los patriotas fueron sorprendidos en Viluma. Padilla murió en la acción, al intentar salvar a su esposa y cayó una de las mujeres que acompañaban a Juana Azurduy. Los realistas la confundieron con ella, ya que llevaba puesta una prenda de Juana. Ambos fueron degollados y sus cabezas expuestas. Juana, quien consiguió escapar herida, se puso nuevamente al frente de las tropas, ahora usando ropa de luto. Realizó campañas en Chuquisaca y Santa Cruz. Sus cargas de caballería, dirigidas al vuelo de su caballo, se hicieron temibles. Belgrano, siempre dispuesto a premiar el valor y el patriotismo, envió un oficio al gobierno de Buenos Aires, en el que se refería a la bandera que Juana obtuvo como trofeo del enemigo, y en contestación le comunicaron que se había expedido el despacho de teniente coronel de milicias partidarias de los Decididos del Perú a la “amazona doña Juana Azurduy”. (4)

Al año siguiente de la muerte de su marido, se retiró a la vida privada en Pomamba, luego fue a Salta, donde vivió hasta 1825, año en que regresó a Charcas. Para trasladarse a Chuquisaca (Charcas), solicitó ayuda al gobierno de Salta, quien por oficio del 2 de mayo de 1825, le otorgó 4 mulas y la cantidad de 50 pesos para los gastos de su marcha.

Posteriormente Simón Bolívar la visitó en su humilde vivienda, acompañado por Sucre, el caudillo Lanza y otros, expresándole su reconocimiento y homenaje. Le otorgó una pensión mensual de 60 pesos, que luego Sucre aumentó a 100. Ésta le fue pagada puntualmente durante dos años; luego debido a la inestabilidad política que se vivía en Bolivia, la cobró en raras ocasiones. Esto le obligó a presentar su queja dado que esa pensión le correspondía por los servicios prestados por ella y su marido en la gesta independentista, y se lamentaba de la crítica situación que estaba viviendo, teniendo una hija a su cargo.

Lamentablemente los últimos años de su vida la encuentran viviendo en condiciones de pobreza. De su actuación en el ejército conservaba una cajita con sus recuerdos más preciados: las comunicaciones de Belgrano nombrándola Teniente Coronel y algunas condecoraciones.

Murió el 25 de mayo de 1862 en su ciudad natal. Sus restos fueron sepultados en una fosa común: “Se sepultó en el panteón general de esta ciudad en fábrica de un peso”, según consta en la partida de defunción. (5)

Muchos años más tarde recién la historia se ocuparía de rendir los honores correspondientes a esta amazona de la libertad americana, la Teniente Coronel Juana Azurduy de Padilla.-

  1. Lily Sosa de Newton, op. cit., p.p. 54-55.
  2. Pacho O Donnell, Juana Azurduy. La Teniente Coronela. Buenos Aires, Planeta, 1994, p.p.189-190.Véase también: Emilio Bidondo, Alto Perú: insurrección, libertad; independencia. Buenos Aires, 1989.
  3. Adolfo P. Carranza, Patricias argentinas. Buenos Aires, 1910 y Lily Sosa de Newton, Las argentinas de ayer a hoy. Buenos Aires, Librería y Editorial L. v Zanetti S.A., 1967, p. 46.
  4. En otras áreas hispanoamericanas también encontramos mujeres que lucharon en los ejércitos patriotas como las “soldaderas” mejicanas o las “juanas” colombianas. Véase: Lily Sosa de Newton, op. cit. y Bernardo Frías, Historia de Gúemes y la provincia de Salta. Tomos II y III, 1907 Y 1911.
  5. Lily Sosa de Newton, op. cit., p.p. 53-54.

La despedida a la tropa

Belgrano, estando en Córdoba, antes de abandonar el Ejército de manera definitiva, debido a su grave enfermedad que lo llevaría en breve tiempo a la muerte, dio el 10 de septiembre de 1819 la siguiente orden del día: “Me es sensible separarme de vuestra compañía, porque estoy persuadido de que la muerte me sería menos dolorosa, auxiliado de vosotros, recibiendo los últimos adioses de la amistad. Pero es preciso vencer a los males, y volver a vencer con vosotros a los enemigos de la patria que por todas partes nos amenazan. Voy, pues, a reconocer el camino que habéis de llevar para que os sean menos penosas vuestras fatigas, en nuevas marchas que tenéis que hacer. Nada me queda que deciros, sino que sigáis conservando el justo renombre que merecéis por vuestras virtudes, cierto de que con ellas daréis glorias a la Nación, y correspondéis al amor que os profesa tiernamente vuestro general”.(1)

El 11 de septiembre, Belgrano entregaba el mando al mayor general Francisco Fernández Cruz, y abandonaba el ejército. Al pasar por las afueras de Córdoba, en marcha hacia Tucumán, el gobernador Castro, salió con los jefes de la guarnición a saludarlo y despedirlo. En el momento en que los veinticinco hombres que venían sirviéndole de escolta se iban a retirar, se bajaron de sus caballos y exclamaron sollozando “Adiós nuestro general: Dios vuelva a V. E. la salud y le veamos cuanto antes en el ejército”(2). Belgrano se sintió conmovido frente a un acto tan espontáneo de sus fieles soldados. Según palabras de Mitre: “Esta fue la última ovación que el vencedor de Tucumán y Salta recibió en vida” (3)

  1. Bartolomé Mitre, Historia de Beltgrano y de la Independencia Argentina. Buenos Aires, 1887, 4ª. Edición, III, pp. 244-246. Citado por Mario Belgrano,Belgrano; Buenos Aires, Instituto Nacional Belgraniano, 1996, 2ª. Edición, p. 358.
  2. Mario Belgrano, op. cit., p. 358.
  3. Bartolomé Mitre, op. cit., pp. 246-247. Citado por Mario Belgrano, op. cit., p. 358.

El maestro de postas

Belgrano se encontraba gravemente enfermo y emprendía en los primeros días de febrero de 1820 su viaje a Buenos Aires. Se encontraba acompañado por su médico de cabecera, el Doctor Joseph Redhead, su capellán el P. Villegas y sus ayudantes de campo, Jerónimo Elguera y Emilio Salvigni. Sus piernas se encontraban hinchadas por su enfermedad, y su estado era tal que cuando llegaban a una posta sus ayudantes debían cargarlo en hombros para bajarlo del carruaje y conducirlo a la cama. El país vivía un momento de crisis . Los ejércitos federales encabezados por Estanislao López, caudillo de Santa Fe, y Francisco Ramírez, caudillo entrerriano, en representación de José Artigas, el Protector de los Pueblos Libres, habían vencido al Directorio en la batalla de Cepeda, el 1 de febrero de 1820, provocando la caída de las autoridades nacionales: el Directorio y el Congreso, y se vivía el proceso de la conformación de las 14 provincias, incluida Buenos Aires, que deja de ser capital, para ser una provincia más. En medio de esta situación, Manuel Belgrano, antiguo jefe del Ejército Auxiliar del Perú y por lo tanto artífice de nuestra independencia gracias a las victorias de Tucumán y Salta, no encontró la menor muestra de hospitalidad en su viaje. En el territorio de Córdoba, llegó a una casa al anochecer, donde después de ser colocado en su cama por sus ayudantes, pidió a Elguera que llamase al maestro de posta. Este contestó de manera insolente: “Dígale usted al general Belgrano que si quiere hablar conmigo venga a mi cuarto, que hay igual distancia”.1.

  1. Véase: Bartolomé Mitre, Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina, en Obras Completas. Buenos Aires, Museo Mitre, 1940

Su médico personal

RECLAMOS DEL DOCTOR SAN SULIVAN

Juan o Julián Sulivan, nombre con el que aparece indistintamente este médico, era irlandés, y se presentaba en varios escritos como “Profesor de Medicina y Cirugía” en Buenos Aires. Su diploma según su testimonio era del Colegio Real de Cirujanos de Londres, y el certificado del presidente de Medicina del Colegio de Dublín, calificándolo apto para el grado de Doctor en Medicina y confirmado por su práctica en la ciudad de Buenos Aires. Pese a ello, debió rendir un examen que según sus palabras, el contenido del mismo eran “…los aforismos ridículos de Hipócrates, y las teorías bárbaras de la antigüedad”. Al no poder rendir bien este examen, se le reconoció solamente el título de Profesor de Cirugía, sin reconocerlo como Profesor de Medicina. (1)

El doctor Sulivan en 1821, inició un juicio por cobro de haberes contra la testamentaría del general Belgrano. Este expediente estaba encabezado por una carta de Domingo Estanislao Belgrano, hermano y albacea del general, a Juan Sulivan, diciéndole en ella: “Que interín que pueda hacer más” se sirva aceptar como recuerdo del general, una escribanía taquigráfica que fuera de Belgrano”. La cuenta que pasó Sulivan ascendía a un total de 305 pesos y 4 reales. Es necesario puntualizar que los pesos de esa época eran pesos oro, por lo cual su valor era mucho mayor que los pesos actuales. El discriminaba esta deuda en la siguiente forma: 71 medias juntas con el Dr. Redhead: 142 pesos; 71 visitas a 4 reales, 35 pesos y 4 reales; 7 juntas con varios facultativos: 28 pesos; disección del cadáver de Belgrano en el Convento de Santo Domingo por encargo del hermano de Belgrano, y descripción de lo que presentó en la disección: 100 pesos. (2)

La asistencia a Belgrano por Sulivan comenzó el 10 de abril de 1820. Domingo Estanislao Belgrano dijo no poder pagarle por el momento por carecer de fondos de la testamentaría, e hizo notar que las juntas (consultas) y medias juntas, nadie se las pidió, dado que él asistía como amigo como tantos otros médicos, y que en relación a la autopsia que éste le practicara a Belgrano, esta no fue solicitada por él, por lo tanto debía reclamarle el dinero a la persona que la había solicitado, aclarando que consintió que ésta se realizara contra su voluntad. (3)

En otra parte del escrito pedía el hermano de Belgrano que antes de pagar a Sulivan, se verificase su título en el Instituto Médico Militar o bien en el Tribunal de Medicina, y que éstos fueran los que dictaminaran lo que se debía pagar. La contestación del Tribunal de Medicina, firmada por Francisco Antonio Fernández y Francisco Rivero el 17 de mayo de 1822, manifestaba que sólo estaba matriculado en ese Tribunal por Profesor de Cirugía, pero como él asistiera al general Belgrano, ejerciendo la facultad de Medicina, a presencia del Tribunal de Protomedicato, sin que éste manifestase oposición alguna, y por el contrario, lo consintiese, juzgaba que debía pagársele el honorario que reclamaba. (4)

Una carta de Domingo Belgrano resulta muy esclarecedora en relación a este tema: (5)

“…Además de que ¿por que no dice, y prueba Sulivan quien lo llamó para asistir al general? y quien le pidió esas medias juntas? Si fue el Dr. Redrechard (sic) como parece de la copia presentada por Sulivan, bien podía repetir contra el mismo Redrechard, pues este fue sobradamente pagado con mas de tres mil pesos que exigió (se le habían entregado también muebles y alhajas por valor aproximado a los tres mil pesos), y se le pagaron a pesar de haber sido mantenido, y costeado, y dicho que venía solo por amistad. Lo cierto que Sulivan iba a visitar al Dr. Redrechard, como a mis hermanos, quien además se veía favorecido de visitas diarias de casi todos los médicos del pueblo, quienes al pensar como Sulivan cobrarían también sus visitas…”

También admite que solía divertir al general Belgrano el doctor Sulivan tocando el clave varias veces en las visitas que le hacía, lo que seguramente lo consolaría, y agregaba: “Lo sensible es que no fuese una cítara de David y una enfermedad como la de Saúl que acaso habríamos logrado no muriese: pero como deja á la amistad estas horas perdidas en acompañarle dejando en aquel tiempo atenciones que debían serle lucrativas, parece escusado dar nuevo valor á esta oficiosidad amistosa y digna de agradecerse”. (6)

  1. José Luis Molinari, Manuel Belgrano, sus enfermedades y sus médicos. En: REVISTA HISTORIA, T. III, Año V, junio-septiembre 1960, N 20. Colección Mayo Patrocinada por la Comisión Nacional de Homenaje al 150 Aniversario de la Revolución de Mayo, 1810’1960, p. 13.
  2. José Luis Molinari, op. cit., p. 137.
  3. José Luis Molinari, op.cit., p. 137.
  4. José Luis Molinari, op.cit., p. 137.
  5. José Luis Molinari, op.cit., p. 138.
  6. José Luis Molinari, op. cit., p. 150.

Robo de su dentadura

Cuando se hicieron la exhumación de los restos de Belgrano que estaban sepultados en el atrio de Santo Domingo, para ser colocados en una urna, que iría dentro del mausoleo a inaugurarse en octubre de 1902, ocurrió un hecho insólito.

El 4 de setiembre de 1902,a las dos de la tarde tuvo lugar la exhumación de los restos del general Belgrano, en presencia de la comisión designada por el gobierno, (segunda presidencia de Julio Argentino Roca), e integrada por los: ministro del Interior Dr. Joaquín V. González, el de Guerra Coronel Pablo Riccheri y con la presencia del presidente de la Comisión Central para la Construcción del Mausoleo, Gabriel L. Souto; del Prior del Convento de Santo Domingo, Fray Modesto Becco; Carlos Vega Belgrano y subteniente Manuel Belgrano, descendientes del general; el subsecretario del Interior. Dr. Armando Claros; el Inspector General de Sanidad del Ejército, Dr. Marcial Quiroga; el Presidente del Departamento Nacional de Higiene, Dr. Carlos Malbrán; el Jefe del Arsenal de Guerra, Coronel Justo Domínguez, Dres. Luis Peluffo y C. Massot, se procedió ante el escribano mayor del gobierno, Enrique Garrido, a exhumar los restos de Belgrano, para ser depositados en el Mausoleo próximo a inaugurarse. Las noticias aparecieron en La Nación y La Prensa del día 5 de setiembre; La Prensa de los días 6 y 7 del mismo mes, y la Revista Caras y Caretas, de 13 de diciembre de ese año. (1)

Una vez realizada la excavación, que vigilaba el escultor Ximenes, se removió la tierra del fondo de la fosa y aparecieron algunos huesos del esqueleto de Belgrano, varios trozos de madera y unos cuantos clavos de bronce. Los huesos fueron colocados en una bandeja de plata. La denuncia del diario La Prensa, en su artículo del 5 de setiembre, es por demás elocuente:

(2) “Llama la atención que el escribano del Gobierno de la Nación no haya precisado en este documento los huesos que fueron encontrados en el Sepulcro; pero no es esta la mayor irregularidad que es permitido observar en este acto, que ha debido ser hecho con la mayor solemnidad, para honrar al honrar al héroe más puro é indiscutible de la época de nuestra emancipación *, y también es necesario decirlo, para honrar nuestro estado actual de cultura. Entre los restos del glorioso Belgrano que no habían sido transformados en polvo por la acción del tiempo, se encontraron varios dientes en buen estado de conservación, y admírese el público esos despojos sagrados se los repartieron buena, criollamente, el Ministro del Interior y el Ministro de la Guerra. *Ese despojo hecho por los dos funcionarios nacionales que nombramos, debe ser reparado inmediatamente, porque esos restos forman una herencia que debe vigilar severamente la gratitud nacional: no son del Gobierno sinó del pueblo entero de la República, y ningún funcionario, por más elevado ó irresponsable que se crea, puede profanarla. Que devuelvan esos dientes al patriota que menos comió en su gloriosa vida con los dineros de la Nación, y que el escribano labre un acta con el detalle que todos deseamos y que debe tener todo documento histórico…”

Resulta de sumo interés el elevado concepto que gozaba el prócer en esos momentos, y como se destacaba su honestidad al decir que fue el “patriota que menos comió en su gloriosa vida con los dineros de la Nación”.

El episodio se resolvió felizmente. En el artículo del diario La Prensa del 6 de setiembre titulado “La razón del despojo”, se mencionaba que recibieron dos cartas del R.P. Beco, prior del Convento de frailes dominicos, en las que se explicaba los hechos según las declaraciones de los ministros, aclarando que ambos le remitieron las preciadas reliquias, encontrándose éstas en su poder y bajo la custodia de esa comunidad, como el resto de las cenizas. Según sus cartas: el Dr. Joaquín V. González, Ministro del Interior, llevó el diente del General Belgrano para mostrárselo a varios de sus amigos, mientras el Ministro de Guerra, llevó el diente para presentarlo al General Bartolomé Mitre.

  1. José Luis Molinari, Manuel Belgrano, sus enfermedades y sus médicos. En: REVISTA HISTORIA, T.III, año V, junio-septiembre 1960, N 20.Colección Mayo patrocinada por la Comisión Nacional de Homenaje al 150 Aniversario de la Revolución de Mayo. 1810-1960, p. 141.
  2. José Luis Molinari, op.cit., pp.141-142

Belgrano y la canción patriótica

EN 1812, ANTES DEL HIMNO NACIONAL

Belgrano en su Diario de Marcha a Rosario, relata que el día 26 de enero de 1812, encontrándose en el Puente de Marques, al que llegaron a las 7 y ½ de la tarde, habiendo mejorado el mal tiempo, hubo retreta con música a la noche y se cantó el himno patriótico, y todos se retiraron después de un viva general por la Patria.

Sorprende la escena descripta por Belgrano, en la cual se reunió toda la tropa para entonar el Himno Patriótico , anticipándose un año y medio al Himno Nacional escrito por Vicente López, con música de Blas Parera, y aprobado en mayo de 1813 por la Asamblea General Constituyente. Nos surgen dudas acerca de esa canción citada como si fuera conocida por todos, y cantada en un acto con carácter oficial.

La primera manifestación de índole poética dedicada a la revolución, se debe a Esteban de Luca; se publicó en la Gaceta el 15 de noviembre de 1810, y se dice que la música fue de Blas Parera. Beruti en sus Memorias curiosas refiere que el 13 de enero de 1812, al inaugurarse el local de la Sociedad Patriótica, instalada en la antigua sede del Consulado, la concurrencia cantó con entusiasmo…la marcha patriótica, siendo coreadas nuevamente sus estrofas en la calle al retirarse los asistentes. Se presume que ésta era la canción de Esteban de Luca, la cual figura entre las primeras composiciones recopiladas en La Lira Argentina, de 1824. La fecha mencionada por Beruti- 13 de enero de 1812- casi se superpone con la de la ceremonia celebrada por Belgrano- 26 de enero de 1812-, nos induce a pensar que en ambas ocasiones se cantó la letra del poema compuesto por de Luca, en uno de cuyos versos la América…a sus caros hijos/convoca la lid.

Véase: Diario de marcha del Coronel Belgrano a Rosario , en: Escorzo Belgraniano 3, (Cuadernos de Investigaciones Históricas), Buenos Aires, Instituto Nacional Belgraniano, Convento Santo Domingo, 1995, p. 24.

Las Pistolas de Presentación del General Don Manuel Belgrano

En el mes de agosto de 1814, cuando el General Manuel Belgrano se hallaba retirado en el pueblo de San Isidro, el Cabildo de Buenos Aires, le remitió, con oficio de 21 de agosto de 1814, un par de riquísimas pistolas de arzón “con los emblemas e inscripciones que realzan su mérito”[1]; en justo reconocimiento, le decía, del triunfo de Salta; pidiéndole que las aceptase “como una fineza de un padre para con un hijo a quien ama tiernamente”[2]. En el margen del documento se lee la respuesta de Belgrano al Cabildo el 25 de agosto de 1814, donde manifestaba: “Conozco que el Excelentísimo Cabildo me ha mirado siempre como a un hijo predilecto, distinguiéndome en todas circunstancias y casos, con demostraciones a que alguna vez hubiera querido ser digno de ellas: lo que al presente, me dispensa de las pistolas que Vuestra Señoría tiene la bondad de remitirme con el Señor Don Francisco Joaquín Muñoz, quien las ha puesto en mis manos […] procuraré, por todos los medios que estén a mis alcances, no desmentir tan dulce nombre de hijo que le merezco”[3].

Lo anterior evidencia el reconocimiento del Cabildo a los méritos de Belgrano a poco que había sido sobreseído del proceso que se le había seguido en virtud de sus derrotas en Vilcapugio y Ayohuma; alejado temporariamente el prócer de la escena política, restableciendo su salud en la quinta de Perdriel, propiedad familiar.

El alto valor de estas reliquias era (y sigue siéndolo en la actualidad) histórico y simbólico, pero no únicamente, puesto que fueron confeccionadas por los mejores armeros de Inglaterra y con la mejor calidad de la época.

En el Acuerdo del Extinguido Cabildo de Buenos Aires del 25 de noviembre de 1814 se registra la cuenta del costo de las pistolas encargadas a Londres para obsequiar al Gral. Belgrano por ser “Vencedor en Tucumán y Salta”, ascendiendo a 637 pesos 7 reales (abonada por el Ayuntamiento en pagos sucesivos).

Con respecto a la cuestión de las características de las pistolas en sí, y en cuanto a detalles de su manufactura se conoce, pues, que fueron hechas por Henry Tatham & Joseph Eggs, de Londres, el fabricante más destacado del momento. Llevan el sello de los plateros de Londres correspondiente al año 1813 y están montadas en plata. Como podrá observarse en las fotografías, todas las incrustaciones de plata están doradas. El encendido es a chispa y las colas de disparador “al pelo”. Las cazoletas y los oídos están dorados y los cañones son de 10 ½ pulgadas. Incrustadas en oro en las caras visibles de los octógonos de los cañones se lee:

1ª LA CIUDAD DE BUENOS AIRES AT (sic, debió decir AL) GENERAL BELGRANO.

2ª VENCEDOR EN TUCUMÁN Y SALTA.

3ª LA LIBERTAD DE LA PATRIA ESTABLECIDA.

En las empuñaduras aparece grabado el escudo de la Asamblea del año 1813 y la inscripción Provincias Unidas del Río de la Plata. Los ornamentos de las pistolas de presentación de Belgrano poseen lujosa artesanía (de plata incrustada en el arma) con detalles tales como diseños de viñas y trigos (representando la riqueza agraria de las Provincias Unidas del Río de la Plata). Consisten en hojas de parra y enredaderas y los guardamontes están ricamente decorados. Las pistolas están contenidas en la caja original de palo de rosa, con todos los accesorios, las balas y el equipo originales. El estuche tiene un anillo externo para transportarlo y en la tapa de caoba se lee la siguiente inscripción: “A su amigo Jn. Ml. de Rozas, J. N. Terrero”.

Este dato nos lleva a resumir el derrotero que siguieron las pistolas a partir de la muerte de Belgrano, asunto sobre el cual existen opiniones encontradas. Belgrano las habría tenido hasta su fallecimiento en 1820. En su testamento, por el cual designó albacea a su hermano Domingo Estanislao Belgrano, no hizo ninguna referencia a esas armas. Según figura en “Papeles de Rozas” de Adolfo Saldías, editado en el año 1904, Juan Nepomuceno Terrero obtuvo estas pistolas por voluntad de la familia de Belgrano. Terrero le escribe a su socio comercial y amigo Juan Manuel de Rosas el 23 de julio de 1834 con términos altamente elogiosos respecto de Belgrano. Allí le dice: “Una casualidad hizo que vinieren a mi poder, por voluntad de la familia, esas pistolas, memoria del inmortal ciudadano y compatriota nuestro, el General Don Manuel Belgrano. Yo creo que ellas tienen el mérito de ser una alhaja con que fueron premiados, en parte, los patrióticos servicios de aquel ilustre Porteño”[4]. Rosas le contesta al día siguiente agradeciendo le haya pasado a su poder “las pistolas que se hallaban en el tuyo por voluntad de la familia del inmortal Ciudadano, y Compatriota nuestro General Don Manuel Belgrano”[5].

Si bien no hay registro documental de ello, al huir Rosas al extranjero, después de la batalla de Caseros (3 de febrero de 1852), las llevó entre sus efectos a Inglaterra, habiendo pasado por muy pocas manos. Después de su muerte en Burgess Farm, Southampton, en 1877, las habría heredado Máximo Terrero (hijo de J. N. Terrero) casado con su hija Manuela Rosas. De acuerdo a lo que expresa Rafael M. Demaría, en su libro Historia de las Armas de fuego en la Argentina. 1530-1852, “esta última circunstancia, aparece corroborada por el testamento del propio Rosas, quien en la 32ª adición o codicilo introducido a aquel en Burgess Farm, Southampton, el 22 de abril de 1876, dice: ‘Las dos pistolas, fierro del Tucumán, las dejo a Máximo’”[6].

Es altamente probable, siguiendo esta tesis, que Máximo Terrero haya conservado las pistolas en su poder durante toda su vida y recién después de su muerte y de la de su esposa, salieran a la venta siendo adquiridas por un coleccionista inglés, cuyo nombre no ha sido posible establecer, y al fallecimiento de éste en 1930, fueran a su vez adquiridas por el Sr. W. Keithneal, conocido coleccionista de armas de Warmister, Wiltshire (Inglaterra). Éste, hacia 1969, facilitó a estudiosos argentinos las fotografías y la descripción de las armas. En el último cuarto del siglo XX fue sorprendente que cayeran en manos de William Simon, Secretario del tesoro durante la presidencia de Gerald Ford quien las conservó durante veinte años, antes de transferirlas a su dueño actual.

  1. Cfr. Álvarez Thomas, Ignacio; “Bosquejo histórico del General Don Manuel Belgrano, escrito en el año 1839 por un contemporáneo”, en Instituto Nacional Belgraniano, Documentos para la Historia del general Belgrano, Buenos Aires, 1982, Tomo 1, págs. 53 a 62.
  2. Cfr. FONDO GENERAL MANUEL BELGRANO-MUSEO MITRE.
  3. Ibídem.
  4. SALDIAS, ADOLFO, Papeles de Rozas, La Plata, Talleres Gráficos Sesé y Larrañaga, 1904, p. 122.
  5. SALDIAS, ADOLFO, Papeles de Rozas, La Plata, Talleres Gráficos Sesé y Larrañaga, 1904, p. 123.
  6. Cfr. Demaría, Rafael M.; Historia de las Armas de fuego en la Argentina. 1530-1852; Buenos Aires, Cabargon, 1972, p. 349.

Robo de su reloj

Sr. Director
Carta de Lectores
Diario La Nación
Apreciado señor:

En mi carácter de argentino, de Presidente del Instituto Nacional Belgraniano y de historiador, me es honroso acudir a la prestigiosa tribuna de doctrina republicana, fundada por el General Mitre –exegeta y primer historiador documentado de Belgrano- uno de los padres de la Patria y precursor de la Independencia Hispano Americana, para dar –entre otros- mi testimonio de repudio, de asombro y de dolor ante la puñalada trapera asestada por la espalda al país, con toda impunidad y vehemencia criminal al despojarlo del reloj histórico del héroe, que simboliza tantas cosas grandes y nobles para todos.

Comprendo que no hay palabras precisas, para calificar el atropello inaudito cometido en el Museo Histórico Nacional, contra una reliquia sagrada, que simboliza la grandeza, el espíritu de equidad y de justicia de Belgrano, que prácticamente agonizando en su lecho de muerte, se desprende de él para donársela a su médico en pago de su deuda.

Que la Justicia Divina, y terrena cumplan con su leal cometido y la memoria de nuestro prócer sea desagraviada como corresponde, con el recupero del emblema sagrado y con el condigno castigo a los ateos y apátridas que osaron cometer semejante sacrilegio.

Dr. Aníbal Jorge Luzuriaga